«La pandemia vino a llevarme a un mundo de silencio», así relata una víctima de violencia doméstica, sobre su situación con el encierro por el COVID-19.

Por: Glorilys Dávila Acevedo | glorilys.davila@upr.edu
El Poder Judicial de Puerto Rico, establece que la violencia de género “ocurre cuando una persona demuestra conductas que causan daño físico, sexual o psicológico a otra persona motivada por los estereotipos de género creados por la sociedad”. Además, añade que “estadísticamente, en la mayoría de estos casos las víctimas son mujeres en situaciones de violencia cometida por hombres. Ello incluye mujeres de diversas edades y trasfondos sociales, educativos y económicos. Sin embargo, cualquier persona podría verse afectada por la violencia de género”.
Vea aquí la Guía Informativa Comunitaria: Violencia de Género
La violencia de género se puede manifestar de diferentes maneras, ya sea física, psicológica, sexual, económica, cultural o social y simbólica. También se puede presentar en diversos ambientes, desde el hogar (violencia doméstica), como en el ámbito laboral, social, familiar o hasta por las redes sociales. Un tema que ha trastocado la realidad de muchos hogares puertorriqueños a través de los años es la violencia doméstica.
La Ley 54 15 de agosto de 1989, según enmendada, establece que la violencia doméstica es el “maltrato físico y emocional que sufre una persona a manos de su cónyuge o excónyuge, o a manos de una persona con quien sostiene o ha sostenido una relación intima”.
Según un informe del Observatorio de Equidad de Género, de marzo 15 – abril 19, 2020 se estima que, de 643 incidentes de violencia doméstica reportados, un 84% (540) eran casos de mujeres y un 16% (103) hombres. Esto solo fue en cinco semanas del 2020, con el comienzo de la pandemia. Las estadísticas demuestran que son mayormente las mujeres quienes sufren de dicha violencia.

En cuanto a qué se debe esta alta incidencia de casos de violencia doméstica hacia la mujer, se podría identificar el pensamiento de una cultura machista.
La Jueza Superior del Tribunal de Primera Instancia y Administradora de la Región Judicial de Arecibo, Heidi Kiess Rivera, asegura que la manera en la que se erradica el pensamiento de que “me criaron pensando que yo soy hombre y ella es mujer y me tiene que respetar” es un “asunto muy individual” y que es una labor que requiere mucho esfuerzo y dedicación para educar y adiestrar a las personas.

Tristemente, esta es la situación que aún en el siglo XXI viven muchas mujeres en el país, entre ellas una víctima, a quien por motivos de seguridad y para este reportaje, llamaremos Carmen.
Carmen ha sufrido de violencia física y emocional por parte de su esposo por más de 40 añcs. Con dos hijos y nietos, se ha mantenido casada, a pesar de un intento de divorcio luego de una fuerte agresión física hace casi cinco años atrás. Decidió no proceder con el divorcio por la decadencia de salud que tenía su esposo y ella sentir el deber de cuidarlo a pesar de las agresiones.
“Ya no recurre a la violencia física, pues no tiene fuerzas. Él me anuló como persona, me hirió con palabras y las palabras en la mente te siguen trabajando y te bajan la autoestima”.
«Carmen», víctima de violencia doméstica
Así describe el daño emocional causado por su esposo, quien, por enfisema pulmonar, depende de un tanque de oxígeno y ella tiene que ayudarlo en prácticamente todo.
Cambios por la pandemia
El 12 de marzo del 2020, se declara un Estado de Emergencia en Puerto Rico ante el inminente impacto del coronavirus en el país. Se implementan medidas que obligan a los puertorriqueños a permanecer en sus hogares por salvaguardar la salud de todos.
«Después de la pandemia ha incrementado la violencia psicológica porque aunque él no salga, yo como su cuidadora, tenía que cuidarme para que a él no le diera COVID. Yo pensaba en cuidarlo a él, los nietos y lo último que pensaba fue en mí».
«Carmen», víctima de violencia doméstica
Según la Dra. Bárbara Umpierre García, Procuradora Auxiliar de Servicios de Educación y Apoyo de la Oficina de la Procuradora de las Mujeres (OPM), la pandemia ayudó a movilizar a las personas a solicitar servicios e información a través de llamadas, lo que les pudo ser útil sin visitar el lugar y les ayudaba a cuidar la salud del coronavirus. Este método pudo servir de utilidad a personas que no podían salir de sus hogares y recurrían a solicitar ayuda a través de una llamada.
También menciona que se atendían por medio de redes sociales, la página web o cualquier otro medio digital que facilitara la comunicación a la distancia. Adicional, creaban videos y contenido para las redes que ayudaba a orientar y crear conciencia a las personas de posibles patrones de violencia que podían estar saliendo a raíz del encierro.
Por otro lado, Ally García, Coordinadora y Trabajadora Social de la Fundación Alas a la Mujer en Utuado, aseguró que el antes, durante y después de la pandemia fue algo muy retante para ellos. Continuó diciendo: «no todas las mujeres tienen un recurso de un teléfono inteligente o el internet. Súmese las clases virtuales».

García enfatizó en lo importante que fue para ellas el «tirarse a la calle» y hacer divulgaciones en las comunidades de sus servicios. Varios meses más tardes comenzaron a ver que las mujeres que estaban encerradas comenzaron a llegar.
Kiess Rivera, ratificó que “ha habido un aumento en solicitudes de órdenes de protección». Y que cree «que todavía falta mucho para las personas que no se atreven a llegar al tribunal». También habló sobre el cambio de la implementación de someter una solicitud de orden de restricción de manera virtual a través de la página del Poder Judicial, que facilita la petición sin tener que ir a un tribunal.
Sobre los métodos que utilizó la Rama Judicial para atender estos casos, Kiess Rivera, pudo decir que «habían jueces que se las inventaban y hasta por WhatsApp hacían la vista para que la persona efectivamente reciba ese remedio”.
Estado de emergencia por violencia de género
El 1 de julio de 2022 se decretó la Orden Ejecutiva 2022-035 hasta el 30 de junio de 2023, ante el aumento de casos de violencia de género en Puerto Rico. Esto debido a una alza de un 18% en comparación con los incidentes reportados en el 2020 con el 2021.

La Dra. Umpierre (OPM) asegura que «los trabajos internamente han seguido», es decir, continúan recibiendo los casos, orientando a las personas y la refiriendo la ayuda que necesiten en base a la situación que estén viviendo.
«Me diagnosticaron una condición en el seno, ahí sí que se me puso la vida difícil. No es tu pensar en la muerte, porque muchas veces yo la añoré. Yo decía: “Dios mío, aquí estoy». Esto te trastoca porque dices “¿viví para esto? ¿Para qué me trastoque un cáncer?”
«Carmen», víctima de violencia doméstica
Trabajar el aspecto psicológico de una persona que se ha visto afectada por violencia emocional y se ha comprometida su salud mental y autoestima es una situación que puede resultar complicada. Sin embargo, existen ayudas ya sea de psicólogos, trabajadores sociales o consejeros que pueden servir de guía para que la persona desarrolle confianza en sí mismo.
Por otra parte, García de la Fundación Alas a la Mujer, señala que luego del decreto de estado de emergencia, se les han abierto puertas para ayudar a levantar o fortalecer protocolos dentro de diferentes agencias y ofrecer talleres educativos para sus empleados. «Todavía queda mucho por hacer, pero si hemos visto cambios en los procesos de agencias, servicios y demás«, así enfatizó García luego de preguntarle sobre qué ha cambiado luego de este decreto.

“Creo que todos estamos de acuerdo en que no podemos descansar. Que hay que continuar laborando arduamente, diariamente, en este proceso de educación y ayuda a las víctimas.”
Heidi Kiess Rivera, Jueza Superior del Tribunal de Primera Instancia y Administradora de la Región Judicial de Arecibo
Kiess Rivera enfatiza en que esta iniciativa ha ayudado a hacer visible la situación y que ha servido para que las organizaciones como el Observatorio de Equidad de Género, que luchan por los derechos de las mujeres y partes más vulnerables, exijan en manera de avisarnos. Destaca que «es una manera de alertarnos de que todavía faltan cosas que tenemos que atender».
Carmen, quien recurrió a ayuda legal en un momento en su matrimonio y luego se retractó, invita a que las mujeres que han podido notar un patrón de violencia en su hogar, que se orienten sobre la ayuda que pueden recibir y les exhorta que salgan de esa situación. Aunque menciona que en ella no existe el “ay ella pudo y a mí nadie me lo dijo”, espera que su testimonio pueda servir de ayuda para otras mujeres salir a una mejor situación.
«Ha sido un camino muy arduo y lastimoso para mí, que yo quisiera que en la medida que pueda, ayudar a los demás. Si estás en tiempo de salir de esa relación, huye porque te vas a ver reflejada en mí. Estoy feliz que mi testimonio sirva para otras personas y que puedan encontrar un mejor por venir»
«Carmen», víctima de violencia doméstica.
¿Cómo puedo buscar ayuda?
Kiess Rivera hace un llamado a todas las personas, específicamente quienes hayan notado patrones de violencia, a solicitar ayuda. En caso de no tener ningún peligro eminente, llame a las líneas de ayuda u orientación. Si se encuentra en peligro eminente, diríjase al cuartel más cercano o llame al 9-1-1. No es tarde para buscar una mejor calidad de vida.
Acceda aquí al Directorio de ayuda para sobrevivientes de violencia de género.
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